La Configuración del Imperio


Mapa de la máxima extensión territorial del Imperio, bajo el emperador Trajano

El nuevo sistema imperial se asentó sobre la base territorial legada por el sistema republicano precedente, que se vinculó a una superestructura jurídico-política nueva. En este sentido, el Imperio no se configuró sólo como un conglomerado de poder, en el que el poder político simbolizado en el princeps era, de hecho una consecuencia lógica de la acumulación de todos los demás poderes (militar, religioso, económico, judicial, legislativo) en la persona del emperador. El imperialismo republicano había generado una base territorial en torno al Mediterráneo, que se extendía desde las costas atlánticas (finis terrae) por el noroeste hasta Siria y Egipto por el sureste. Roma había logrado forma un extenso Imperio hegemónico, cuyo control sólo se haría efectivo si el Estado romano era capaz de convertirlo en un verdadero Imperio Territorial. En el segundo modelo, en cambio, prevalece la idea del control efectivo, permanente y duraderos obre la de una especial ampliación de los límites territoriales entre los que se ejerce el dominio romano; de ahí que la construcción de un limes (o frontera militarmente guarnecida) sea no solo conveniente sino también necesaria para garantizar el control de un área determinada. Además, Roma renunciaba así a imponer su hegemonía en territorios difícilmente controlables y, en consecuencia, más costosos, si éstos no tenían un claro valor estratégico o económico, la protección de los provinciales, la explotación de sus recursos humanos y materiales y, en definitiva, el gobiernos de las nuevas provincias prevalecían sobre la incorporación de otros nuevos territorios al sistema de dominio romano. El paso de un sistema a otro conllevó a su vez un cambio conceptual -no siempre bien comprendido- en virtud del cual la provincia republicana (o facultad de ejercer un mando extraitálico) denominó ahora la entidad territorial sobre la que se ejercía el mando,, del mismo modo que el imperium republicano (o el poder efectivo de un magistrado con prerrogativas militares) sirvió para dar nombre al nuevo sistema político-administrativo, basado en el poder atribuido de los nuevos gobernadores provinciales.

Gonzalo Bravo, “Historia de la Roma antigua”. Ed. Alianza. Madrid, 2008

Acerca de Rodrigo Pérez

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7 respuestas a La Configuración del Imperio

  1. cintia dijo:

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  2. sallem annais saavedra reyes dijo:

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