La fortaleza del Imperio procedía de la entrega de sus habitantes, y esa entrega era el fruto de la gratitud por la paz, cuyo mantenimiento era el cometido primordial de Roma; el principal momento que se nos ha conservado de su gobierno y organización es el derecho romano, mientras que la expresión más noble de la actitud liberal ante las poblaciones nativas es la constante extensión de la ciudadanía romana… La aristocracia que formaba la base de la administración en la capital buscó ayuda de los aristócratas de las provincias, y en un mundo en el que la cultura de la mayoría estaba tan atrasada como los medios de divulgación de las noticias y de formación de la opinión pública, los principios de la democracia no eran ni honrados ni respetados. Pero esta época no fue necesariamente la peor porque las capacidades de un individuo inspiraban respeto, y porque además los ignorantes no eran los menos satisfechos con el frado de dependencias que tenían de la minoría culta.
Hugh Last, en «The Cambridge Ancient History». Volumen XI (1936), p. 477
En: Robin Lane Fox. El mundo clásico, la epopeya de Grecia y Roma. Ed. Crítica. Barcelona, 2007